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La Daga: "El iris japonés crece bajo la lluvia" [One-shot]
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La Daga: "El iris japonés crece bajo la lluvia" [One-shot]
¡Saludos gente! Aquí les dejo otro one-shot de mi anime favorito. Espero lo disfruten
Título: La Daga: "El iris jeponés crece bajo la lluvia"
Autor: KenshinCroft
Fandom: Rurouni Kenshin
Género: Drama, romance
Clasificación: Todo público
Nota: --------------
26 de agosto
El iris japonés crece bajo la lluvia…
¡Basta! ¡Basta! Es él, sé que fue él, no hay duda. ¿Pero cómo? Ahora no me lo parece, se ha vuelto blando y hasta sonríe un poco. La primera vez que lo vi, el contraste era tan notorio, como la primavera y el invierno: un cadáver a sus pies, la sangre en el suelo, sangre en sus manos, en su Katana y la lluvia copiosa. Esa noche, el alcohol en mis venas no me permitió recordar más, sin embargo, sí advertí sus ojos desorbitados cuando le dije que él era quien producía la lluvia de sangre.
En este momento, yace dormido, abrazando su Katana, una costumbre en él. Ninguna novedad, llevamos cinco meses juntos, y él continúa aferrado a su Katana. ¿Y yo? ¿Cómo estoy? Me es imposible conciliar el sueño… ¡Yo no he matado a nadie, él sí, no es justo! ¿Será que la conciencia de un asesino es capaz de dominar sus propias memorias, como para lograr dormir sin recordarlas? No lo sé, tal vez estoy juzgándolo demasiado. Ni siquiera sé su edad. Sé su nombre, me lo proporcionó él mismo, en la posada, aquella mañana siguiente a la lluvia de sangre.
¿Por qué no puedo dormir? ¿Se deberá a mi arranque de furia, luego de recibir ese frío mensaje, que anunciaba la muerte de mi prometido? Eso ya pasó, hace meses…La situación tiene un matiz diferente ahora…Aún conservo esta daga y mi resentimiento…parece que se ha entumecido…
Me detengo a pensar cómo es que la furia domina a todos. Él fue quien le dio muerte a mi Kiyosato, no cabe duda. Y es más que evidente mi razón de estar aquí: darle su merecido. No obstante, estas palabras mías…No, esta línea no cabe aquí, ni en ninguna hoja de mi diario…
No sólo se trata de Kiyosato, su muerte significa cosas de gran peso en la política de nuestro país. No es posible que situaciones así, continúen agravando la paz de nuestra nación. No es posible, y me sumo a ello…Pero desconozco hasta qué punto…
1 de septiembre, antes del anochecer
Me he atrasado en escribir, el espía…Quiero decir, el informante nos visitó hace días. Traía consigo unas cajas, dijo que era medicina; “ya no eres la esposa de un agricultor, sino, de un farmacéutico”, señaló. El muchacho y yo, hemos estado realmente ocupados con la venta de medicinas.
[…]Hace meses nos conocimos…No fue casualidad, yo había estado maquinando nuestro encuentro. Él tiene los días contados. Hay justificación: mató a mí…prometido, a Kiyosato…Cuando me enteré que jamás volvería a verlo, un manto de cólera y tristeza me cubrió el pecho, pesaba tanto que decidí buscar ayuda…Justicia, mejor dicho. ¡Yo no había hecho mal a nadie!
“El plan”, me dijeron los espías, “estará solidificándose cuando estés más cerca de él. Escribe todo sobre él, todo tendrá relevancia. Recibirás visitas del informante…”. ¡Qué dicha saber, que después de todo, la justicia existe!
¿Si existe la justicia? …
13 de septiembre
Los primeros días que comenzamos a vivir juntos, el muchacho me mencionó que deseaba cultivar. “Cuando era niño, ayudaba a mi padre en la cosecha”, dijo. En efecto, tiene conocimiento en cultivar vegetales, pues hemos gastado menos en provisiones, la cosecha ha ido bien desde entonces.
Me las he ingeniado para cocinar, trato de que el menú no sea monótono. Sin embargo, el muchacho nunca me ha reprochado sobre la preparación de los alimentos. Eso me tranquiliza…
No puedo seguir escribiendo mi diario, la gran parte de estas hojas son mentira…Están llenas de rencor falso. Sí, sentí rencor, pero ahora…Ahora ya no. El muchacho se ha portado bien, no me ha preguntado quién soy y qué buscaré en un futuro. No me ha tocado, ni ha intentado probar otra cosa conmigo. Se mantiene taciturno casi siempre; y si charlamos es sólo para decir que ha estado bien el sake, o que los alimentos han sido de su agrado, o cuántas veces ha pasado un pajarillo sobre los cerezos que están cerca de nuestra casa; o lo benéficas que han sido las ganancias de medicina, es todo.
A finales del verano me compró un espejo, advirtió el cuidado que doy a mi persona. No ha dormido conmigo desde que estamos aquí.
La primera vez que me sonrió fue cuando comenzamos a cultivar los vegetales. Se regocijo al ver los resultados de la cosecha.
Ni siquiera me ha cuestionado de por qué casi todas las noches escribo este diario. Él en verdad me respeta, y yo… ¡Cómo es que el corazón no se detiene! Todos estos meses he querido hacer justicia, y él es amable conmigo.
Siento tanta repugnancia…No puedo permitirme ser feliz, estoy haciendo mal, sé que estoy haciendo mal. ¿Quién podría perdonarme?
17 de octubre
Últimamente, el muchacho ha despertado más mi atención. Su aspecto físico es agraciado, cuando me lo describieron, lo imaginé rudo y tosco de cara, alguien tan repulsivo como sus crímenes. Empero, sus rasgos delicados, su cabellera larga y rojiza, igual a todos los atardeceres que he contemplado, su proceder, su caballerosidad, él, todo él, me ha resultado placentero, y hasta encantador. Ahora dudo si realmente fue él quién mató a Kiyosato. No me lo parece. Duerme con su Katana, pero no…no me lo parece.
10 de diciembre
La ausencia a las páginas del diario, se debió al tiempo invertido en la venta de medicinas. Prometo no retrasarme tanto.
Hemos estado viviendo como marido y mujer…No ha pasado nada entre nosotros. Ninguno hemos dado un paso más, seguimos respetando esa línea que hay entre los dos. No sé si le he resultado agradable al muchacho, o si he provocado en él algo nuevo, no me ha comunicado nada. ¿Se sentirá atraído por mí? ¿Será tímido para manifestar sus sentimientos?
No, no debo abrir mi corazón…
13 de diciembre
¡Qué espantoso resulta mentirse a uno mismo! ¿Es qué, es válido enamorarse de alguien que te ha arrebatado la felicidad? No me quito de la cabeza que esto no es correcto. ¿Por qué me resulta malo? Es traición… ¿Qué diría mi padre si me ve en estas condiciones? ¿Qué diría el pequeño Einishi? Estoy tan sucia, no puedo continuar así. Debo tomar una decisión: él, o mi honor.
¿Qué tan fuerte es la voluntad de uno para resistir frente a las aguas del amor?
¿Kiyosato se ha marchado del todo?
¡Oh, no, de nuevo he escrito algo que no…! Arrancaré también esta hoja…
15 de diciembre
¡Me ha tomado por sorpresa la visita del pequeño Einishi! De hecho, su presencia me heló la sangre. Su sonrisa fue tan aterradora. Casi me desvanecí al verlo. No niego que sentí gusto, sin embargo, lo que me desconcertó fue la exactitud con la que dio a nuestra casa.
Se lo presenté al muchacho, luego se retiró, dijo que teníamos mucho que hablar mi hermano y yo.
Le pregunté a Einishi cómo había dado con nosotros, exaltado me respondió que siguió mis pasos, y el plan casi estaba por terminar.
-¿El plan?—me pregunté.
El plan, ¡cielos, Einishi se había inmiscuido con los espías! Eso me provocó un terrible espasmo en mis carnes. Einishi tenía los ojos desorbitados del regocijo mientras me hablaba sobre el plan: “¡Ahí lo tienes hermana! Mañana debes llevarlo al escondite, ya sabes, en la colina. Ya está todo listo. ¡Por fin podrás vengarte!”.
Estaba petrificada…” ¿Por qué involucraron a mi hermano?”, pensé. Interrumpí a Einishi, lo abracé y le ordené que se fuera a casa, con nuestro padre; que se alejara y no volviera más. Se liberó de mí con tal vehemencia, que pataleó mientras me reclamaba: “¡Te has enamorado de él, hermana! ¿Por eso lo proteges? ¡Él te quitó la felicidad! ¡¿Querías vengarte, no es así?!”.
Le sujeté el rostro, y fije mis ojos sobre los suyos, ordenándole lo mismo: que se alejara y se fuera con nuestro padre…
17 de diciembre
Hoy le he confesado quién soy, quién es mi familia y la razón de por qué viajé desde Edo hasta Kyoto.
Rompí en llanto mientras le describía cómo me apagué al enterarme sobre la muerte de Kiyosato. Él manifestó asombro…Dijo que debía pedirle disculpas a mi padre por vivir en secreto como marido y mujer…
He decido ahorrarme mis pensamientos, y dejarlos aquí, conmigo. Ya no escribiré en ese diario, la fecha acordada se vence mañana…Luego de la venta de farmacéuticos, camino a casa, el muchacho me dijo que ya no venderíamos medicina, el invierno era más crudo y por nuestro bien, si es que seguíamos juntos, hasta comienzos del próximo año, retomaríamos la venta de farmacéuticos. Cuando terminó de decirme esto, fui incapaz de sostenerme en pie, caí de rodillas, estaba muy débil. El joven se volvió, extendió su mano y me llamó por mi nombre: “¡Vamos, Tomoe, un poco más, no te rindas!”. Apenas levanté mi rostro, sus ojos estaban muy fijos sobre mí: “Yo, yo…Te…Te…Te protegeré”, dijo.
Aquí, junto a la fogata, junto a él, me siento más libre. Por fin me dijo algo que aviva más este sentimiento. La merienda es deliciosa, ¿o es que ya se acostumbró a mi forma de cocinar? Sí, supongo que sí. Come tan natural como siempre…No advierte algo, ¿señor samurái? ¿No ve cómo me encuentro?
¿Siente que algo emana de mí, hacia usted? ¿Usted quiere proteger a una mujer cómo yo, señor samurái?
¡Quiero qué me mire, quiero que lo haga! ¿Siente mi mano sobre su rostro? ¡Qué suave es su piel, señor samurái! Tantas batallas y usted luce así: suave y encantador. ¡Necesito abrazarte! Así, juntos, tan juntos, puedo ser libre de toda esa hipocresía. Me has abrazado, no tienes idea de lo feliz que estoy. Por primera vez siento tus manos en mi espalda. No vaciles, toca mi espalda, así…Así está bien…La sociedad me dará un mote para mujeres que rompen los protocolos, pero no me importa, quiero que esto sea consumado, no puedo quedarme sólo con tus caricias…Necesito más de ti, mucho más, hasta lograr unirnos y fundir nuestras almas.
Te deseo…Sostenemos la mirada, eres joven, no obstante, tu proceder es ya de un hombre; es que ya eres un hombre…Me entrego totalmente a ti, quiero ser tuya, quiero ser sólo para ti. Besarnos es tan placentero, llega más, llega más lejos, más lejos… ¡Más lejos!…No apagues este momento, ambos, ambos descubrimos lo que realmente nos hacía falta.
Ya no eres como el filo de una daga, he guardado ese filo cortante, y en tu funda, envuelto en tu funda, eres toda seducción.
¡Ah, amor, amor, es la libertad de los seres que tienen un motivo para seguir! Pero este amor, es una bendición, ¡no encuentro nada más generoso y bello que este amor, señor samurái!
¡No, ya no debo sentirte ajeno, te siento, tus brazos, tu rostro, tu cabello, Kenshin, tú estás conmigo!
Sigamos aquí, mezclándonos junto a la fogata, y que el amor continué bañando nuestra alma, porque ahora somos una, en libertad, en brillos de toda beatitud y que se alimente el espíritu que hemos creado, el espíritu de dos enamorados.
Título: La Daga: "El iris jeponés crece bajo la lluvia"
Autor: KenshinCroft
Fandom: Rurouni Kenshin
Género: Drama, romance
Clasificación: Todo público
Nota: --------------
26 de agosto
El iris japonés crece bajo la lluvia…
¡Basta! ¡Basta! Es él, sé que fue él, no hay duda. ¿Pero cómo? Ahora no me lo parece, se ha vuelto blando y hasta sonríe un poco. La primera vez que lo vi, el contraste era tan notorio, como la primavera y el invierno: un cadáver a sus pies, la sangre en el suelo, sangre en sus manos, en su Katana y la lluvia copiosa. Esa noche, el alcohol en mis venas no me permitió recordar más, sin embargo, sí advertí sus ojos desorbitados cuando le dije que él era quien producía la lluvia de sangre.
En este momento, yace dormido, abrazando su Katana, una costumbre en él. Ninguna novedad, llevamos cinco meses juntos, y él continúa aferrado a su Katana. ¿Y yo? ¿Cómo estoy? Me es imposible conciliar el sueño… ¡Yo no he matado a nadie, él sí, no es justo! ¿Será que la conciencia de un asesino es capaz de dominar sus propias memorias, como para lograr dormir sin recordarlas? No lo sé, tal vez estoy juzgándolo demasiado. Ni siquiera sé su edad. Sé su nombre, me lo proporcionó él mismo, en la posada, aquella mañana siguiente a la lluvia de sangre.
¿Por qué no puedo dormir? ¿Se deberá a mi arranque de furia, luego de recibir ese frío mensaje, que anunciaba la muerte de mi prometido? Eso ya pasó, hace meses…La situación tiene un matiz diferente ahora…Aún conservo esta daga y mi resentimiento…parece que se ha entumecido…
[…]
Me detengo a pensar cómo es que la furia domina a todos. Él fue quien le dio muerte a mi Kiyosato, no cabe duda. Y es más que evidente mi razón de estar aquí: darle su merecido. No obstante, estas palabras mías…No, esta línea no cabe aquí, ni en ninguna hoja de mi diario…
[…]
No sólo se trata de Kiyosato, su muerte significa cosas de gran peso en la política de nuestro país. No es posible que situaciones así, continúen agravando la paz de nuestra nación. No es posible, y me sumo a ello…Pero desconozco hasta qué punto…
1 de septiembre, antes del anochecer
Me he atrasado en escribir, el espía…Quiero decir, el informante nos visitó hace días. Traía consigo unas cajas, dijo que era medicina; “ya no eres la esposa de un agricultor, sino, de un farmacéutico”, señaló. El muchacho y yo, hemos estado realmente ocupados con la venta de medicinas.
[…]Hace meses nos conocimos…No fue casualidad, yo había estado maquinando nuestro encuentro. Él tiene los días contados. Hay justificación: mató a mí…prometido, a Kiyosato…Cuando me enteré que jamás volvería a verlo, un manto de cólera y tristeza me cubrió el pecho, pesaba tanto que decidí buscar ayuda…Justicia, mejor dicho. ¡Yo no había hecho mal a nadie!
“El plan”, me dijeron los espías, “estará solidificándose cuando estés más cerca de él. Escribe todo sobre él, todo tendrá relevancia. Recibirás visitas del informante…”. ¡Qué dicha saber, que después de todo, la justicia existe!
¿Si existe la justicia? …
13 de septiembre
Los primeros días que comenzamos a vivir juntos, el muchacho me mencionó que deseaba cultivar. “Cuando era niño, ayudaba a mi padre en la cosecha”, dijo. En efecto, tiene conocimiento en cultivar vegetales, pues hemos gastado menos en provisiones, la cosecha ha ido bien desde entonces.
Me las he ingeniado para cocinar, trato de que el menú no sea monótono. Sin embargo, el muchacho nunca me ha reprochado sobre la preparación de los alimentos. Eso me tranquiliza…
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No puedo seguir escribiendo mi diario, la gran parte de estas hojas son mentira…Están llenas de rencor falso. Sí, sentí rencor, pero ahora…Ahora ya no. El muchacho se ha portado bien, no me ha preguntado quién soy y qué buscaré en un futuro. No me ha tocado, ni ha intentado probar otra cosa conmigo. Se mantiene taciturno casi siempre; y si charlamos es sólo para decir que ha estado bien el sake, o que los alimentos han sido de su agrado, o cuántas veces ha pasado un pajarillo sobre los cerezos que están cerca de nuestra casa; o lo benéficas que han sido las ganancias de medicina, es todo.
A finales del verano me compró un espejo, advirtió el cuidado que doy a mi persona. No ha dormido conmigo desde que estamos aquí.
La primera vez que me sonrió fue cuando comenzamos a cultivar los vegetales. Se regocijo al ver los resultados de la cosecha.
Ni siquiera me ha cuestionado de por qué casi todas las noches escribo este diario. Él en verdad me respeta, y yo… ¡Cómo es que el corazón no se detiene! Todos estos meses he querido hacer justicia, y él es amable conmigo.
Siento tanta repugnancia…No puedo permitirme ser feliz, estoy haciendo mal, sé que estoy haciendo mal. ¿Quién podría perdonarme?
17 de octubre
Últimamente, el muchacho ha despertado más mi atención. Su aspecto físico es agraciado, cuando me lo describieron, lo imaginé rudo y tosco de cara, alguien tan repulsivo como sus crímenes. Empero, sus rasgos delicados, su cabellera larga y rojiza, igual a todos los atardeceres que he contemplado, su proceder, su caballerosidad, él, todo él, me ha resultado placentero, y hasta encantador. Ahora dudo si realmente fue él quién mató a Kiyosato. No me lo parece. Duerme con su Katana, pero no…no me lo parece.
10 de diciembre
La ausencia a las páginas del diario, se debió al tiempo invertido en la venta de medicinas. Prometo no retrasarme tanto.
Hemos estado viviendo como marido y mujer…No ha pasado nada entre nosotros. Ninguno hemos dado un paso más, seguimos respetando esa línea que hay entre los dos. No sé si le he resultado agradable al muchacho, o si he provocado en él algo nuevo, no me ha comunicado nada. ¿Se sentirá atraído por mí? ¿Será tímido para manifestar sus sentimientos?
No, no debo abrir mi corazón…
13 de diciembre
¡Qué espantoso resulta mentirse a uno mismo! ¿Es qué, es válido enamorarse de alguien que te ha arrebatado la felicidad? No me quito de la cabeza que esto no es correcto. ¿Por qué me resulta malo? Es traición… ¿Qué diría mi padre si me ve en estas condiciones? ¿Qué diría el pequeño Einishi? Estoy tan sucia, no puedo continuar así. Debo tomar una decisión: él, o mi honor.
¿Qué tan fuerte es la voluntad de uno para resistir frente a las aguas del amor?
¿Kiyosato se ha marchado del todo?
¡Oh, no, de nuevo he escrito algo que no…! Arrancaré también esta hoja…
15 de diciembre
¡Me ha tomado por sorpresa la visita del pequeño Einishi! De hecho, su presencia me heló la sangre. Su sonrisa fue tan aterradora. Casi me desvanecí al verlo. No niego que sentí gusto, sin embargo, lo que me desconcertó fue la exactitud con la que dio a nuestra casa.
Se lo presenté al muchacho, luego se retiró, dijo que teníamos mucho que hablar mi hermano y yo.
Le pregunté a Einishi cómo había dado con nosotros, exaltado me respondió que siguió mis pasos, y el plan casi estaba por terminar.
-¿El plan?—me pregunté.
El plan, ¡cielos, Einishi se había inmiscuido con los espías! Eso me provocó un terrible espasmo en mis carnes. Einishi tenía los ojos desorbitados del regocijo mientras me hablaba sobre el plan: “¡Ahí lo tienes hermana! Mañana debes llevarlo al escondite, ya sabes, en la colina. Ya está todo listo. ¡Por fin podrás vengarte!”.
Estaba petrificada…” ¿Por qué involucraron a mi hermano?”, pensé. Interrumpí a Einishi, lo abracé y le ordené que se fuera a casa, con nuestro padre; que se alejara y no volviera más. Se liberó de mí con tal vehemencia, que pataleó mientras me reclamaba: “¡Te has enamorado de él, hermana! ¿Por eso lo proteges? ¡Él te quitó la felicidad! ¡¿Querías vengarte, no es así?!”.
Le sujeté el rostro, y fije mis ojos sobre los suyos, ordenándole lo mismo: que se alejara y se fuera con nuestro padre…
17 de diciembre
Hoy le he confesado quién soy, quién es mi familia y la razón de por qué viajé desde Edo hasta Kyoto.
Rompí en llanto mientras le describía cómo me apagué al enterarme sobre la muerte de Kiyosato. Él manifestó asombro…Dijo que debía pedirle disculpas a mi padre por vivir en secreto como marido y mujer…
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He decido ahorrarme mis pensamientos, y dejarlos aquí, conmigo. Ya no escribiré en ese diario, la fecha acordada se vence mañana…Luego de la venta de farmacéuticos, camino a casa, el muchacho me dijo que ya no venderíamos medicina, el invierno era más crudo y por nuestro bien, si es que seguíamos juntos, hasta comienzos del próximo año, retomaríamos la venta de farmacéuticos. Cuando terminó de decirme esto, fui incapaz de sostenerme en pie, caí de rodillas, estaba muy débil. El joven se volvió, extendió su mano y me llamó por mi nombre: “¡Vamos, Tomoe, un poco más, no te rindas!”. Apenas levanté mi rostro, sus ojos estaban muy fijos sobre mí: “Yo, yo…Te…Te…Te protegeré”, dijo.
Aquí, junto a la fogata, junto a él, me siento más libre. Por fin me dijo algo que aviva más este sentimiento. La merienda es deliciosa, ¿o es que ya se acostumbró a mi forma de cocinar? Sí, supongo que sí. Come tan natural como siempre…No advierte algo, ¿señor samurái? ¿No ve cómo me encuentro?
¿Siente que algo emana de mí, hacia usted? ¿Usted quiere proteger a una mujer cómo yo, señor samurái?
¡Quiero qué me mire, quiero que lo haga! ¿Siente mi mano sobre su rostro? ¡Qué suave es su piel, señor samurái! Tantas batallas y usted luce así: suave y encantador. ¡Necesito abrazarte! Así, juntos, tan juntos, puedo ser libre de toda esa hipocresía. Me has abrazado, no tienes idea de lo feliz que estoy. Por primera vez siento tus manos en mi espalda. No vaciles, toca mi espalda, así…Así está bien…La sociedad me dará un mote para mujeres que rompen los protocolos, pero no me importa, quiero que esto sea consumado, no puedo quedarme sólo con tus caricias…Necesito más de ti, mucho más, hasta lograr unirnos y fundir nuestras almas.
Te deseo…Sostenemos la mirada, eres joven, no obstante, tu proceder es ya de un hombre; es que ya eres un hombre…Me entrego totalmente a ti, quiero ser tuya, quiero ser sólo para ti. Besarnos es tan placentero, llega más, llega más lejos, más lejos… ¡Más lejos!…No apagues este momento, ambos, ambos descubrimos lo que realmente nos hacía falta.
Ya no eres como el filo de una daga, he guardado ese filo cortante, y en tu funda, envuelto en tu funda, eres toda seducción.
¡Ah, amor, amor, es la libertad de los seres que tienen un motivo para seguir! Pero este amor, es una bendición, ¡no encuentro nada más generoso y bello que este amor, señor samurái!
¡No, ya no debo sentirte ajeno, te siento, tus brazos, tu rostro, tu cabello, Kenshin, tú estás conmigo!
Sigamos aquí, mezclándonos junto a la fogata, y que el amor continué bañando nuestra alma, porque ahora somos una, en libertad, en brillos de toda beatitud y que se alimente el espíritu que hemos creado, el espíritu de dos enamorados.
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